La mañana no comenzó especialmente bien con Aylan aterrizando en el súper sobre el detector de alarmas, con el que se raspó la cara y la barbilla, pero a pesar de esa anécdota desafortunada, el día remontó y el todoterreno se lo pasó genial.
Hemos vuelto a ir juntos hasta Teror caminando, segundo año consecutivo juntos, tercero si contamos cuando estabas aún en mi barriguita, a ver a la Virgen del Pino y darle gracias por nuestro día a día.
El pituso ya pesa para la mochila de porteo, así que este año en lugar de alternar mochila y carrito turnamos carrito con brazos, y a ratos caminando, a ratos bailando, a ratos corriendo...y la última cuesta dormido, para no perder la costumbre.
Embadurnado en protector, con un gorro que no paró de quitarse y ropa cómoda nos pusimos en marcha, este año acompañados por super Laura, la mayor de Las Sarmiento, y a la pequeña nos tocó extrañarla.
Escuchar música por el camino fue la mejor estimulación para el peque, para él y para nosotras que sabíamos que era el truco infalible para tenerlo contento, y a falta de música a cantar se ha dicho. La recompensa al final del camino estaba clara, bocadillo de chorizo de Teror y cliper de fresa o una Tropical bien fría.
El pequeño tragón para este suculento manjar tendrá que esperar, pero no se iba a quedar mirando así que nos sentamos todos juntos en la plaza y para él pulguita de pata, queso y tomate con orégano. ¡Si señor!, hay que recuperar fuerzas.
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