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4 ene 2020

Navidades en Copenhague

¡Que me gustan unas Navidades fuera de casa! Salir de la rutina, aprender de otras culturas, y con destinos como este, contagiarnos a tope del espíritu navideño.


Primero tengo que confesarles que nos costó bastante decidir el destino, fueron varias opciones las que barajamos antes de decidirnos, Tromso, Praga y finalmente nos decantamos por Copenhague. No dudo que las otras ciudades pueden ser maravillosas pero...¡que bien lo hemos pasado nosotros estos pocos días en Dinamarca!

Les hago un breve resumen de nuestro itinerario corto pero intenso:

Día 0:
Llegamos al aeropuerto de Kastrup a las 19:50 y parecía que fuesen las 22:00, sacamos los tikets y cogimos el tren hasta la estación central. Caminando desde la estación hasta el hotel, Comfort Hotel Vesterbro, tardamos unos cinco minutos.
Cuando llegamos ya era de noche, no imaginamos que esa era la oscuridad que nos iba a esperar los próximos días. Nada más salir de la estación, unos fuegos artificiales parecían que nos estaban recibiendo, comenzaba la Magia de Copenhague.
Dejamos el equipaje en el hotel y salimos a cenar.



Elegimos este hotel por cercanía sobre todo, porque tenía muy buenos comentarios, y no es que nos arrepintiésemos, pero la verdad es que a pesar de estar bien, era bastante moderno, limpio y los trabajadores muy amables, tampoco es que fuese excelente, las habitaciones eran minúsculas y no estaban dotadas ni de ropero, lo que resultaba algo incómodo, pues tuvimos que mantener todo el equipaje en las maletas durante toda la semana. Su ubicación lo mejor.

Día 1:
Primera mañana de nuestro viaje. Madrugamos, desayunamos en el hotel y con varias capas de ropa comenzamos a caminar dirección a Rådhuspladsen. Tres capas exactamente, la anti sexy térmica, la capa de "bonito", y por último el abrigo impermeable, al menos para Aylan
Nota mental: "Investigar sobre la lana térmica de merino para próximas ocasiones".
Después de la parada para apreciar la fachada del ayuntamiento y la fuente del Dragón, seguimos camino a Nyhavn. Ya al llegar, la temperatura se iba sintiendo, el frío, con la humedad del mar más cerca, ya calaba en nuestros huesos, y el humor de Aylan se iba resintiendo. 
Para empezar el monumento de El Ancla, un monumento en memoria de los marinos daneses que perdieron la vida durante la Segunda Guerra Mundial daba comienzo al canal.
A lo largo del canal, los mercados navideños nos hicieron olvidarnos por un rato de las bajas temperaturas, nos olvidamos tanto, que ni la foto típica con las casas de colores nos sacamos. Pero volveríamos a pasar por esta zona.
Desde ahí dirección a la famosa escultura de La sirenita, ¡que odisea! parecía que nunca íbamos a llegar, y por el camino un montón de otras esculturas preciosas hicieron que cuando al fin llegásemos a la costa del paseo de Langelinie sintiésemos una enorme decepción. 


Puede parecer majestuosa para muchas personas, pero la verdad es que nuestro sentimiento fue unánime "¡No es para tanto!".

 A los pies de la estatua, nos tomamos un chocolate caliente, ¡que buena falta nos hacía! y dejamos de correr, porque nos dimos cuenta que ya no íbamos a llegar a la excursión que habíamos contratado. Así que de camino y mientras buscábamos un sitio donde poder calentarnos un poco y que Aylan almorzase, pasamos por la calle Stroget, considerada la calle peatonal mas grande de Europa.


Acabamos almorzando cerca del Tívoli, en un restaurante Mexicano de dos plantas, que tenía opción de buffet si así lo querías, o en caso de que no, como nosotros, comer a la carta. Al salir del restaurante ya era de noche, noche oscura decía el cielo, pero el reloj decía que era demasiado pronto para irnos a dormir.. 


Aylan se quedó en el hotel con mi padre, que el pobre no estaba para más caminatas, justo un día antes del viaje se había torcido el pie y hasta mucho caminó, y nosotros salimos a explorar un poco la zona antes de regresar al hotel. Queríamos buscar el Palacio de Christiansborg pero la verdad es que a oscuras no se podía apreciar bien la arquitectura de los edificios, así que aprovechamos el momento "only adults" y nos fuimos al pub "The dubliner" a tomarnos unas cervezas.

Día 2:
El segundo día comenzaba y siguiendo la rutina de desayunar y abrigarnos hasta las cejas nos pusimos en marcha dirección Jardines del Tívoli. Antes de entrar, parada en el cine Palads Teatret, que la noche anterior nos había llamado la atención pero a oscuras nada se ve igual.

Nosotros fuimos desde Las Palmas con las entradas al Tívoli compradas, unos 18€ por persona más o menos, pero una vez dentro si quieres subir a las atracciones tienes que pagar los tikets. Tienes varias opciones según el uso que consideres vayas a darle, pagando un tiket puntual por atracción o como una pulsera de viajes ilimitados con la que puedes hacer uso de todas las atracciones durante todo el día.


Nosotros nos decantamos por la última opción, porque nos parecía que al final iba a ser más rentable, ya que en nuestro caso si pensábamos usarla y le sacamos partido al 100%, se nos pasó el día volando, y  si no aprovechamos aún más fue por el frío y porque Aylan ya estaba cansado.
El Tívoli en Navidad es precioso, me parece que es una visita navideña imprescindible, sobre todo si vas con niños o si tienes un espíritu tan infantil como el mío. A pesar de que se nos quedó alguna atracción atrás y podríamos haber aprovechado aún más, lo pasamos genial.






Como dato les digo que dentro del parque hay muchos sitios donde comer, no es barato, pero tampoco es que sea mucho más caro que en otros lugares de Copenhague. De todos modos si prefieren salir a comer a algún sitio en concreto fuera del parque, pueden pedir que les sellen y salir por la puerta del restaurante, para volver a entrar después de comer o descansar.
Al salir del parque descubrimos que los fuegos artificiales que habíamos visto en nuestra llegada del primer día los tiraban cada noche desde El Tívoli. ¡Verlos desde alguna de las atracciones más altas debe ser impresionante!

Día 3:
El tercer día comenzaba con el mismo ritual de los días anteriores, y las ganas de conocer todos los secretos de Christianshavn nos llevó a contratar un tour a través de Copenhagen, con  Free Walking. Normalmente cuando viajo las excursiones las contrato con Civitatis, pero esta vez conocimos la compañía verde y la experiencia fue positiva.

La excursión comenzaba a las 11:30, creo recordar, así que teníamos un par de horas antes para investigar por nuestra cuenta y nos aventuramos a cruzar el canal de Nyhavn, una vez mas, con la intención de llegar a Christiania, pero justo antes de llegar, con las correspondientes paradas para tomarnos una infusión yo, y un chocolate el resto, e ir viendo cada detalle del paseo, tuvimos que dar la vuelta para llegar al punto de encuentro a tiempo en Højbro Plads, al lado de la estatua del Obispo Absalon a caballo.
Volvimos pues al centro de la ciudad, Højbro Plads, de donde salimos para conocer sitios tan excéntricos como una iglesia que por la noche se convierte en sala de fiestas, la  Catedral de Nuestra Señora de las que sus campanas replican la melodía de cualquier canción que se te pueda ocurrir con arquitectura neoclásica impresionante, Folkehuset Absalon convertida en centro cívico, debido a los pocos creyentes del país o La Torre Redonda.
De ahí a la Ciudad libre de Christiania donde los guías "no pueden entrar" y ya nos adentramos solos para explorar los rincones de una comunidad de lo más peculiar donde el arte y el espíritu libre te invade entre colores de los que me encantaría mostrar más pero quedan en mis recuerdos pues las fotografías están prohibidas. 
Una excusa perfecta para volver a visitarlo.

Día 4:
Último día real, último día para ver, y nos lo tomamos como "hacer limpieza".

Comenzamos yendo a la plataforma arquitectónica de Cirkelbroen, que se supone que refleja el tipo de vida que fluctúa en el barrio de Christianshavn con sus casas flotantes y veleros, despertar con esas vistas por la mañana tiene que ser un sueño. Desde el puente las vistas de la Biblioteca Real Danesa y su impresionante estructura de Diamante Negro donde se refleja el agua del canal.


La idea era ir a todos los sitios que no nos había dado tiempo de ver los días anteriores y volver a Christiania todos juntos para poder ver su arte, entre murales esculturas y la arquitectura de sus casas con la luz del día, ya que el día anterior mi hermano "pequeño", Aylan y mi padre se lo perdieron.

De ahí a la estatua del Obispo Absalon y al Castillo de Rosenborg.
Hicimos una parada para comer en el Mercado de Torvehallerne que nos habían recomendado por cercanía y su variedad gastronómica y fue todo un acierto, comida para todos los gustos y todos los bolsillos, e ideal para calentarnos antes de seguir la  ruta. Nos dimos un pequeño susto con Aylan porque se quedó absorto delante de una vitrina con cakepops y entre tanta gente no lo veíamos a pesar de que estaba al lado, por suerte solo se quedó en una anécdota y en nuestro susto que el rápidamente endulzó.

De ahí hasta el Jardín Botánico.
Llegamos justo a tiempo para disfrutar de su hermoso espacio natural antes del cierre a las 16:00. Ténganlo en cuenta por si quieren aprovechar las vistas con las pocas horas de luz de Copenhague.
Última noche y última parada, pista abierta de hielo en Frederiksberg Runddel, no nos podíamos ir sin que el pituso tuviese su primera experiencia patinando sobre hielo, solo puedo decirles que lo pasamos súper bien No hay fotos que lo demuestren porque ni de eso nos acordamos pero como con Christiania nos quedamos con ganas de más y sin duda repetiremos.

Día 5:
Hubiese estado bien alargarlo un poco pero parte importante de la familia se quedó en Las Palmas y no queríamos pasar el fin de año sin ellos, así que nos despertamos más pronto que nunca, sobre las 05:00 nos preparamos y cogimos nuestras maletas que ya habíamos dejado listas la noche anterior, rumbo a la estación. Tampoco hubo mucho que guardar, recuerden que por las características de la habitación poco fue lo que pudimos sacar, aseo, cosméticos y poco más.
Uno de nuestros miedos era que al ser tan pronto no hubiese servicio de tren pero nos aseguramos la noche anterior que así fuese preguntando en recepción y por suerte no hubo ningún contratiempo.
Lo peor fue al llegar al aeropuerto que Norwegian nos puso un montón de trabas con el equipaje, cosa que no ocurrió en la ida con Scandinavian Airlines System con quien todo fue rodado.

Durante todo el tiempo que estuvimos en Copenhague no cogimos ningún transporte público, ni alquilamos coche ni nada de nada, nuestras piernas fueron el único medio de transporte que utilizamos, a excepción del tren para ir y venir desde el aeropuerto. Las bicicletas y patinetas están por todos lados pero ni preguntamos por su alquiler. Me enamoré de las Christiania Bikes, creo que este modelo de transporte alternativo que ayuda a la conciliación familiar debería implantarse en todo el mundo.
Lo más bonito de este viaje ha sido el sentir la cultura de inclusión que la ciudad transmite, me ha encantado la visión educacional que fomentan y como intentan que el pueblo se sienta acogido. Christiania ha sido mi gran descubrimiento, y de no ser por el frío que pasamos creo que sería un destino ideal para vivir, pero por lo pronto me quedo en mi Gran Canaria, que me ha vuelto a acoger con el cielo despejado y la invitación de un baño en la playa en pleno Diciembre para despedir el año a lo grande.

Probablemente se me queden muchas cosas en el tintero, pero si es así y quieres saber algo en concreto no dudes en preguntarme.


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