Nos encontramos en plena etapa de dentición, y con los dientes como novedad, la curiosidad por querer explorar sabores y texturas, sumado al desarrollo del lenguaje en su fase prelingüística, que aún no le da la fluidez de decir todo lo que quiere, ha llevado al pituso ha coger la dichosa manía de morder.
Nos tiene llenitos de chasquidos, parece ser que cada vez que se emociona o algo le supone un plus de nervios o ansiedad, su manera de demostrarlo es mordiendo al que coja, casi siempre a mi, que soy la diana de esa boquita que me ve como su comida preferida.
Su primer mordisco fue dándole el pecho y me dolió tanto esa mordida repentina, que pensé que ya después de eso sería el fin de la lactancia materna. Me enfadé con el y le dije que eso no se hacía, creo que él mismo también se asustó con mi reacción, pues no es como está acostumbrado a que le hable. Le di un beso cuando creí que ya lo había entendido, respiré profundo y le dije que ya mamá lo había perdonado, pero que no podía volver a morder porque dolía mucho.
No ha vuelto a morderme mientras come, por suerte, pero sigue mordiendo, los brazos, la cara, alrededor del cuello, clavícula, hombros...le decimos que no e incluso hay veces que se ríe. Es una respuesta nerviosa, como cuando le dio por tirarse de las orejas, darse cabezazos o meterse la mano en la boca hasta provocarse el vómito, pero no se bien como erradicarla.
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