Y así en un abrir y cerrar de ojos ya hemos celebrado nuestra primera Navidad juntos.
Este año y para seguir con las tradiciones nos ha tocado pasar la Nochebuena en Moya cenando con la gran familia Betancor, cantando villancicos y compartiendo en familia. El peque encantado de ver tanta gente, que todos lo mimen y sentirse arropado entre todos.
Ya al llegar a casa el Papa Noel había pasado y dejado junto al árbol su primer regalo navideño, pero fue a la mañana siguiente cuando nos sentamos y el pituso lo abrió. ¿Su cosa preferida? El mismo momento de abrirlo, los colores del papel, su ruido, mejor que el propio regalo. Un coche de madera con el que aprender a ejercitar la coordinación óculo manual y de color amarillo, tope canario como él.
Jugamos juntos un buen rato y ya se olvidó del regalo, aunque con el paso de los días cada vez le presta más atención. Lo chupa, lo mira, lo arrastra por el suelo, está explorando sus posibilidades.
El final de año lo pasamos en casa con la familia paterna y la familia González, más tranquilos y recogidos pero de igual manera en familia, con sus tíos y sus primos.
Han sido unos días de duro trabajo así que el cansancio se hizo presente y pronto nos fuimos a la cama, pero mi mayor deseo se hizo realidad desde que terminamos de comernos las uvas que el pituso se despertó y me dejó darle el primer beso del 2017.
¿Qué más se puede pedir?
Ahora en 3 días los Reyes Magos y con ellos mis tan esperadas vacaciones. No se si decirles que les contaré muchas cosas o me ausentaré unos días para desconectar del todo. En cualquier caso estén atentos que habrán novedades.
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