Aylan lleva unas semanas en las que yo pensaba que estaba teniendo actitudes muy mandonas y que con los días he comprendido que simplemente se trata de que está atravesando una etapa de mayor independencia.
Comenzó con que quería escoger él los zapatos que se ponía en cada momento, es verdad que él tiene una ligera obsesión con sus zapatos así que no presté tanta atención en ello, pero ha continuado con la ropa y se ha extendido hasta la comida. Quiere comer solo, tiene preferencias de sabores y texturas y se niega a probar algunos alimentos ...”Él manda”.
Es verdad que hay momentos en los que esto me puede poner un poco nerviosa, acostumbrada a ser yo quien maneja sus rutinas, pero estamos aprendiendo a respirar profundo y dejarlo explorar, experimentar, en definitiva, APRENDER.
Entender que él es una pequeña personita, con sus gustos, sus preferencias, sus cambios de humor como los nuestros, con día mejores y peores, y que queremos que sea una persona libre por lo que nuestro papel como padres y educadores es el de garantizar hábitos de autonomía, respetando sus necesidades, sus ritmos, y sus preferencias e intereses.
Es ahora cuando comienza a ser un poco más autónomo, y lo refleja con pequeñas cosas como quitarse los zapatos, quitarse el pañal y tirarlo a la basura, llevar su mochila, colaborar en su baño, hacerse responsable de su abrigo, recoger sus juguetes... y aunque a veces a nuestro ritmo de vida acelerado le cuesta ser consciente de que el reloj de los niños no mide el tiempo como el nuestro, tenemos que intentar lidiar con ello y ser generosos con sus espacios y pacientes con su aprendizaje.
No seamos nosotros quienes coartemos y pongamos límite a su aprendizaje.
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