Siempre desde que puedo recordar los piececitos de los bebés me han parecido una parte especialmente dulce de los recién nacidos. Cuando soñaba con mi pituso me imaginaba besándole sus ñoñitos, aunque nunca imaginé que sus pies iban a ser aún más especiales de los que nunca había visto.
Mi hijo nació con una particularidad adorable para mí, tan sólo tiene 4 dedos en cada pie, y aunque cuando al nacer nos lo comunicaron a su papi se le cayó el mundo encima porque fue un motivo de preocupación, yo estaba demasiado feliz como para verlo como un problema.
Después de las visitas traumatológicas pertinentes supimos lo que yo ya imaginaba, y es que no tendrá ninguna discapacidad motora, simplemente es un rasgo físico que lo podrá diferenciar del resto, como un lunar u otra cualidad cualquiera.
A pesar de que la preocupación por su salud desapareciese de nuestros pensamientos bien es cierto que nos empezamos a dar cuenta que el encontrarle unos zapatos que le queden bien es una misión bastante complicada.
A sus tres meses y medio pudo estrenar sus primeros prewalking de talla 0 meses y aunque nos encanta tenerlo con los pies al aire nos hizo mucha ilusión saber que ya puede usar para cubrir sus pies algo más que calcetines o patucos.
Cuando comience a ponerse de pie ya será otra historia, pero por lo pronto sus deditos podrán estar al aire y libres y sólo los cubriremos en los momentos de frío, que escasean aquí en Canarias, o de vez en cuando para presumir.
De todos modos el no es muy amante de los zapatos prefiere usarlos para jugar que para cubrir sus pies.
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